
EL Trastorno de Pánico
El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad en el que suceden ataques repetitivos de miedo intenso de que algo malo va a suceder.
¿Qué son los ataques de pánico?
Un ataque de pánico es un episodio de miedo intenso que provoca reacciones físicas incómodas y sensación de pérdida de control.
Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar y sin previo aviso, y por ésta razón, la persona puede tener miedo a la ocurrencia de otras crisis y evitar los lugares en los que sufrió una crisis anteriormente.
Suele ser común la ocurrencia de algunos ataques de pánico a lo largo de nuestra vida, sobretodo en ocasiones de estrés, pero si los ataques de pánico comienzan a ocurrir de forma continua y se teme constantemente sufrir otro ataque, es probable que se desarrolle un trastorno de pánico.
Una crisis o ataque de pánico comienza de repente y con mucha frecuencia alcanza su punto máximo al cabo de 10 a 20 minutos, aunque algunos síntomas pueden continuar durante una hora o más.
Síntomas de los ataques de pánico
Algunos de los signos y síntomas físicos comunes son:
- Latidos rápidos del corazón (taquicardia).
- Dolor en el pecho o en el estómago.
- Dificultad para respirar.
- Molestia o dolor torácico.
- Debilidad o mareos o sensación de desmayo.
- Náuseas y malestar estomacal.
- Transpiración.
- Calor o escalofríos.
- Hormigueo o entumecimiento de las manos.
- Con frecuencia también aparecen pensamientos relacionados con el miedo a morir, perder el control de la situación y sentimientos de irrealidad.
Posibles causas del trastorno de pánico
La causa se desconoce aunque los genes pueden ser uno de los factores del padecimiento de este trastorno. Sin embargo, el trastorno de pánico a menudo ocurre cuando no hay ningún antecedente familiar. Factores que pueden influir en la ocurrencia del trastorno de pánico:
- La genética y los antecedentes familiares.
- Un alto nivel de estrés.
- Personalidad más sensible a las emociones negativas.
- Consumo de tabaco y alcohol.
- Antecedentes de maltrato o abuso.
- Los ataques de pánico pueden provocar o estar relacionados con el desarrollo de diversos problemas.
- Padecimiento de fobias específicas.
- Atención médica frecuente por preocupaciones de salud.
- Rechazo de situaciones sociales.
- Problemas en la casa y en la escuela.
- Depresión, trastorno de ansiedad y otros trastornos psiquiátricos.
- Consumo inadecuado de alcohol u otras sustancias.
Tratamiento del trastorno de pánico
Este trastorno es más común entre las mujeres que entre los hombres y suele comenzar en la juventud. La terapia psicológica puede ayudar a identificar y cambiar los patrones de pensamiento antes de que la persona llegue a la situación de pánico. Con frecuencia, la combinación de medicamentos y psicoterapia funciona mejor.
Las siguientes sugerencias también pueden ayudar a reducir la cantidad o la gravedad de los ataques de pánico:
- No beber alcohol.
- Comer a horas regulares.
- Hacer ejercicio regularmente.
- Dormir lo suficiente.
- Disminuir o evitar la cafeína.
- Grupos de apoyo.
- Cumplir con el plan de tratamiento para ayudar a evitar las recaídas o el agravamiento de los síntomas.
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La culpabilidad y la preocupación
La culpabilidad y la preocupación suceden de formas distintas. La primera, cuando malgastas tus momentos presentes al estar inmovilizado a causa de un comportamiento pasado, mientras que la preocupación es el mecanismo que te mantiene inmovilizado ahora por algo que está en el futuro y que a menudo es algo sobre lo que no tienes ningún control.
Aunque una respuesta esté dirigida al pasado y la otra al futuro, las dos llevan al mismo destino, mantenerte inquieto o inmóvil en tu momento presente.
Cómo afrontar la culpabilidad y la preocupación
Hay dos formas básicas que tiene la culpa de convertirse en parte integrante del mecanismo emotivo de un individuo. La primera es la culpabilidad aprendida a muy temprana edad que queda como un residuo infantil en la personalidad adulta y la segunda es la culpabilidad que ha sido autoimpuesta por un adulto después de infringir algo.
Estrategias para eliminar la culpabilidad:
- Empieza a mirar el pasado como algo que jamás puede modificarse. Graba esta frase en tu conciencia: “Mi sentimiento de culpabilidad no cambiará el pasado ni hará que yo sea una persona mejor”.
- Pregúntate a ti mismo lo que estás evitando por culpa del pasado. Al trabajar en este sentido, eliminarás la necesidad de la culpa.
- Empieza a aceptar en ti mismo cosas que tú has elegido pero que le pueden disgustar a cierta gente.
- Escribe un diario de culpas y apunta todas las ocasiones en que te sientes culpable, anotando cuidadosamente por qué, cuándo y con quién sucede y lo que estás perdiendo en el presente al angustiarte por el pasado.
- Haz una lista de todas las maldades que has hecho en tu vida y puntúalas del 1 al 10.
- Evalúa las verdaderas consecuencias de tu comportamiento. Determina tú mismo si los resultados de tus actos han sido agradables y productivo para ti.
- Trata de enseñarles a las personas que tienen que ver con tu vida y que tratan de manipularte por medio de la culpa de que tú eres muy capaz de enfrentarte con las desilusiones que les provoque tu comportamiento.
- Haz algo que sabes muy bien que te hará sentir culpable.
- Es importante no confundir la preocupación con el hacer planes para el futuro. Si éstas haciendo planes para el futuro y la actividad del momento presente puede contribuir a que ese futuro sea mejor esto no es preocupación. Sólo es preocupación cuando de alguna manera te encuentras inmovilizado en el presente por algún acontecimiento que puede suceder en el futuro.
Estrategias para eliminar la preocupación:
- Empieza a ver tus momentos presentes como un tiempo para vivir en vez de obsesionarte por el futuro. El mejor antídoto para la preocupación es la acción.
- Date a ti mismo períodos cada vez más cortos de “tiempos de preocupación”.
- Haz una lista de preocupaciones anotando todas las cosas que te preocupaban ayer, la semana pasada e incluso el año pasado. Verifica si tus preocupaciones hicieron algo por ti. Averigua también si llegaron a suceder.
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Aprender a decir NO
Aprender a decir ‘no’ puede llegar a ser una tarea difícil para muchos y traernos ciertas consecuencias. Una persona puede encontrar complicado establecer límites y decir ‘no’ a las demandas de los demás, así como también expresar de forma asertiva sus opiniones, deseos y preferencias.
Intentar complacer a los demás puede convertirse en una de las causas principales por las que podemos llegar a descuidarnos, a tener inseguridades y a padecer baja autoestima.
Consecuencias habituales
Cuando querer agradar a los demás se convierte en una necesidad primordial en nuestra vida, surgen deberes y tareas autoimpuestas para poder alcanzar el agrado de los otros.
Estas autoexigencias se pueden convertir en estrés y trastornos de ansiedad debido a la carga que supone el estar constantemente buscando la aceptación de las demás personas o evitar el conflicto que supondría decir ‘no’.
Esta necesidad de agradar y búsqueda de aprobación de los demás se puede reflejar en algunos comportamientos habituales, como por ejemplo:
- Hacer regalos de forma habitual sin motivo alguno.
- Realizar favores constantemente.
- Prestar excesiva atención a alguien y a su bienestar por temor a que se aleje de nosotros.
- Valorarnos por nuestro trabajo o lo que hacemos en vez de por lo que somos.
- Dejar que otros invadan tu intimidad.
Habitualmente, se evita expresar de forma asertiva nuestras opiniones por miedo a desencadenar un conflicto con la otra persona y esto puede llevar a sentimientos de resentimiento, de tristeza y de indefensión. También son comunes los sentimientos de culpa que surgen cuando se ponen límites y no son bien aceptados por los demás, el pensamiento de ser egoísta por expresar lo que uno siente y opina, y la creencia que se puede hacer todo como ‘superman’.
Sugerencias para aprender a decir ‘no’
PSICO-Mallorca ofrece algunas sugerencias para aprender a poner límites y expresar nuestras preferencias de forma asertiva:
- Conócete a ti mismo. El autoconocimiento ofrece herramientas para poder identificar esas situaciones que encontramos difíciles y poder trabajar sobre ellas y nuestra expresión emocional.
- No permitas la falta de respeto. El diálogo interno negativo afecta profundamente en lo que pensamos, en cómo nos sentimos y en cómo actuamos. No te digas a ti mismo lo que no dirías a otra persona. De este mismo modo, no permitas la falta de respeto hacia ti por parte de otros. La comunicación clara y de forma respetuosa es la clave para solucionar un problema, y la comunicación agresiva sólo agrava la situación.
- Identifica lo que quieres y lo que no quieres. Cuando vamos en modo automático apenas pensamos en lo que realmente queremos y por este motivo decimos que sí a todo. Si se realiza una pausa antes de dar una respuesta definitiva para pensar en lo que realmente queremos, podremos dar una respuesta más acorde con lo que opinamos.
- Perdona tus errores del pasado. El sentimiento de culpa por los errores cometidos en el pasado no permite el avance hacia un futuro libre. Por este motivo, intentar perdonar lo que ya pasó e intentar mejorar tu presente es clave para seguir adelante.
- Dedícate tiempo. Disfruta de tu soledad y permítete tener tu espacio propio en el que poder reflexionar sin la presión de los demás.
PSICO-Mallorca ofrece el taller APRENDE A PONER LÍMITES para proporcionar herramientas y técnicas para poder afrontar situaciones complicadas de forma asertiva y acorde a tus valores y principios.
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Los Trastornos de Ansiedad
Los trastornos de ansiedad incluyen una amplia gama de categorías dependiendo de las características, síntomas y signos de cada trastorno.
Actualmente, la ansiedad puede definirse como una respuesta de anticipación del organismo ante estímulos tanto internos como externos (pensamientos, ideas, situaciones…) y que son percibidos como peligrosos, amenazantes o perjudiciales.
Por tanto, la ansiedad se presenta como una respuesta habitual ante situaciones de riesgo o novedosas y tiene una función adaptativa para el organismo, pero en muchas ocasiones se produce un desequilibrio de los sistemas de respuesta normal de ansiedad y se incrementa el malestar hasta sobrepasar al individuo.
Por último, las personas que padecen algún trastorno de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.
Causas de los trastornos de ansiedad
Factores de riesgo
- Personalidad: es decir, las personas con determinados tipos de personalidad son más propensas a sufrir trastornos de ansiedad que otras personas
- Por otro lado, tener familiares que padezcan algún trastorno de ansiedad.
- También, antecedentes de consumo de alcohol y drogas y/o dependencia.
- Así también, el estrés y preocupación debido a una enfermedad.
- Por último, la ocurrencia de eventos traumáticos.
Causas médicas
Por otro lado, la ansiedad puede estar relacionada con un problema de salud. Algunos casos de problemas médicos cuyos síntomas se solapan con la ansiedad son:
- Diabetes.
- Problemas de tiroides.
- Trastornos respiratorios.
- Enfermedad cardíaca.
- Abstinencia del alcohol o de ciertos medicamentos.
Signos y síntomas de ansiedad comunes
- Nerviosismo.
- Temblores.
- Cansancio.
- Aumento del ritmo cardiaco y respiración agitada.
- Dificultad para concentrarse.
- Pensamientos intrusivos.
- Problemas gastrointestinales.
- Dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo.
- Tipos de trastornos de ansiedad:
- Trastorno de ansiedad generalizada (GAD).
- T.A social (fobia social).
- T.A por separación.
- Mutismo selectivo.
- T.A inducido por sustancias.
- Trastorno de pánico.
- Agorafobia.
- Fobias específicas.
Tratamiento
Con frecuencia, el tratamiento de los trastornos de ansiedad incluye psicoterapia y, en ocasiones, el uso de medicación.
Por ejemplo, la psicoterapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz para los trastornos de ansiedad. Así como también, el empleo de antidepresivos y medicamentos para la ansiedad bajo tratamiento médico y la supervisión de un profesional.
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Locura de amor
Locura de amor es ese momento concreto cuando estamos cegados por la intensidad de amor. Podemos llegar a hacer cosas que la mente consciente nunca permitiría. En parte, esta ceguera se debe a la segregación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina y a la anulación de la actividad de un área del cerebro relacionada con el peligro.
La locura de amor y la dependencia emocional
La locura de amor, más allá del cine, es fuente de dolor y caldo de cultivo para trastornos reales. En el ámbito de desórdenes psicológicos asociados a las relaciones sentimentales, la dependencia y la codependiencia son temas muy serios y todos deberíamos ser lo suficientemente francos para reconocer y afrontar el hecho de que algo nos empuja a trazar un tipo de relación emocionalmente insana.
Sin embargo, los patrones desequilibrados no siempre provienen de nuestros primeros años. Las dificultades de la vida adulta también pueden torcer el guion que creíamos bien diseñado, para acabar involucrándonos en una relación tóxica por la que sentimos una adicción irracional y de la que no parece ser fácil salir.
Tomar conciencia
La persona que tiende a desarrollar una relación de dependencia emocional a menudo proviene de familia represora o disfuncional, pero no siempre es esa la explicación. Es crucial que localicemos el origen de la herida y tomar conciencia de por qué se ha llegado a ese punto de sometimiento. No se trata tanto de enfocarnos en el daño que nos han causado, sino de mirar hacia el interior y resolver nuestro propio rompecabezas.
Grados de dependencia
Existen diferentes grados de dependencia. Con una de tipo leve, sabemos que no estamos ante graves carencias afectivas tempranas y no será necesario romper la relación de pareja, puesto que su asimetría será manejable y fácil de tratar, a pesar de que hay cuestiones personales que se graban profundamente en el área más primitiva del cerebro, es decir, aquella que controla la supervivencia.
Por otro lado, podemos acabar emparejándonos con una persona equilibrada, consciente de sus carencias y que ha sabido trabajar consigo misma y por tanto, nos ayude en nuestro camino de autoconocimiento y autorrealización, brindándonos tranquilidad y paz.
Hay veces que es posible salvar el árbol, tras una buena poda y un buen abonado, pero a menudo la única forma de sanar es cortarlo de raíz y trabajar duro para que crezca uno nuevo: una dependencia emocional grave deberá someterse a un tratamiento más complejo y largo, que en la mayoría de las ocasiones conllevara la ruptura de la relación.
Adicción y locura de amor
A continuación, explicaré una serie de síntomas; si os sentís identificados con ello, tratad de analizar vuestra situación, ya que tal vez esté ocurriendo algo no estáis viendo:
- Miedo a la soledad: uno se aferra a su pareja, convencido de que no soportaría la temible soledad.
- Pánico a ser abandonado: suele estar enraizado por situaciones de la infancia. A menudo se dan situaciones paradójicas en las que el dependiente emocional, aterrado ante la idea de un posible abandono, acaba saboteando, desde su subconsciente, esa relación a la que tanto se aferra.
- Incapacidad para afrontar la propia existencia: esta idea está relacionada con los pensamientos autolimitadores, cristalizados seguramente durante la infancia o adolescencia y que llevan a otorgar todo el poder al otro, que pasa a controlar no solo la relación sino también la vida del dependiente.
- Idealización: una imagen tan idealizada del amor que cualquier relación que no se ajuste a ella, generará frustración y sensación de fracaso. Sin ser consciente de ello, el dependiente emocional va en busca de un ideal y si no lo encuentra, entrarán en juego la negación y autoengaño.
Estos cuatro patrones son fuente de dolor, decepción y tensión, tanto en los protagonistas de la relación como en el entorno. Esta forma de entender la relación, está basada en la adicción, puesto que la persona ‘enamorada’ no es capaz de razonar y sólo desea permanecer junto al ser amado, sin siquiera plantearse que quizá le esté causando más daño que bien.
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